lunes, 6 de junio de 2011

Caminando, así la conocí, En un barrio de Quilmes triste y color gris. Ella estaba rodeada de chapas, la buscaba sin pensar, por las noches, por las madrugadas, la buscaba sin pensar. La primera cita no hubo tanto que insistir, con un ramo de $20 la invité a salir, viernes, sábados, solíamos estar, con el tiempo te aseguro que me estuve por casar. Magdalena, Magdalena, dulce Magdalena aún estás tan hermosa, tan delirante, con tu acento de mujer fatal. Cuando acercaba mi cabeza a su trono de cristal reflejaba un gato alienado con pocas ganas de parar de tomar, hoy ya no le sigo el paso, pero te engañaría si te digo que no la extraño, no, no la amo, no, y es por eso que vuelvo a Quilmes cada mes. Magdalena

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